CUENTO: A ORILLAS DEL RÍO SANTA MARÍA
Con
el ocaso, llegó al pueblo de La Raya de Santa María un joven proveniente del continente europeo a pasar el verano. Su nombre era Antonio.
A
su llegada, como de costumbre, el pueblo se acercó a recibirlo con ese calor
tan característico de la gente del interior.
Ya
hospedado en la casa que le abría las puertas, tras el cansancio del viaje y el
previo festejo, se entregó a las ensoñaciones peculiares de quién está a punto
de iniciar una insólita aventura.
A
la mañana siguiente, el fuerte olor del café perturbó sus sueños; luego de
asearse, Antonio se encontró frente a una tortilla con carne frita que degustó
con mucho apetito. Los días siguientes transcurrieron y una mañana, con un
ajetreo inusual, comenzaban los preparativos para la Fogata del Verano; hecho
que se llevaba a cabo siete noches antes de la Luna Llena.
El
día llegó, la familia invitó a ciertos conocidos, y todos juntos se colocaron
alrededor de una descomunal llama que encendía el rostro de los presentes.
Terminada la cena, un señor de unos setenta y cinco años se aproximó al centro
y comenzó a relatar la historia de La Tulivieja.
—En
una antigua comunidad, parecida a la nuestra, vivía una hermosa y radiante
joven; era anhelada por muchos hombres, pero su corazón le pertenecía a un
joven de su mismo pueblo de quién tiempo después, se embarazó. Al ser un amor
prohibido, cuando nació el niño, lo ahogó en el río para silenciar su falta —el
señor hizo una pausa para tomar su café—. Dios la castigó convirtiendo toda su
belleza y aspecto angelical en un ser terrorífico, condenada a buscar a su hijo
en los terrenos cercanos a los ríos.
Al
finalizar el relato, el antes sonrojado rostro del joven, se encontraba lívido.
El aletargamiento duró tanto que no recordaba, a la mañana siguiente, cómo
llegó a la habitación.
El
día de la Luna Llena la familia se dirigió al Río Santa María dónde planeaba
pasar los siguientes dos días. Como era costumbre familiar, los integrantes no
sentían el pavor que Antonio manifestaba en cada segundo. Al llegar al lugar,
colocaron sus enseres y armaron el lugar donde dormirían. Tanto trabajo
ocasionó que a las nueve de la noche ya todos estuvieran durmiendo.
Un
ruido despertó al joven. Sin pensarlo salió de la tolda, el fuerte viento que
pasaba lo hizo temblar. A unos cuantos metros se veía una hermosa joven
bañándose en las aguas. Era tan preciosa que Antonio no pudo evitar quedarse
absorto en su belleza. Bajo la avivada luna, parecía una sirena.
Con
todo el sigilo que las rocas del área y su agitado corazón se lo permitieron,
se acercó a la joven. Cuando estaba a escasos pasos de ella, se resbaló con una
roca, haciendo que la tranquila muchacha articulara
un ruido espeluznante.
Luego,
su pacífico rostro se transforma en una cara cubierta de terribles marcas y
abundantes agujeros. Sus piernas se desfiguran a tal grado que se alargan y
enflaquecen; sus manos se invierten y le brotan garras. Lo mira a los ojos y
sale despavorida a esconderse nuevamente.
Antonio
trata de llamar a la familia, pero no pudo pronunciar
nada. Gritó y gritó, pero de él, desde ese día, no volvieron a brotar las
palabras.
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PD: Esto lo escribí para una clase de español, super mal y todo, pero lo coloco aquí para no perderlo en caso de que me lo pidan de nuevo :)
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PD: Esto lo escribí para una clase de español, super mal y todo, pero lo coloco aquí para no perderlo en caso de que me lo pidan de nuevo :)
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